-Estado 201- 

70 x 100 cm.

La obra que contemplamos se despliega como una coreografía de gestos cromáticos, en la que la intensidad de los colores vivos —verdes eléctricos, azules profundos, rojos encendidos y amarillos brillantes— se entrelaza con la energía espontánea de las pinceladas. La composición no obedece a una estructura rígida; más bien se construye a través de una urdimbre dinámica de líneas sinuosas, trazos superpuestos y transparencias que permiten vislumbrar múltiples estratos de acción pictórica.

Los contornos gruesos en tonos oscuros parecen querer fijar momentáneamente el flujo vibrante de la pintura, pero terminan potenciando aún más la sensación de movimiento y transformación constante. La materia pictórica, que parece aplicada mediante técnicas húmedas y veloces, se adhiere al soporte con una calidad técnica notable, dominando la dificultad que implica trabajar capas de color tan saturadas sin caer en la opacidad.

Predomina una atmósfera de libertad formal, donde el soporte, posiblemente lienzo o papel de alto gramaje, se convierte en un campo de resonancia para el ritmo y la emoción inmediata. Cada gesto se inscribe como una huella efímera de un impulso vital, recordando que toda creación auténtica nace del entrelazamiento entre el cuerpo y la mirada.